A principios de este año 2012, un
intenso y humano relato escrito por Fabiola Meneses Pinto en su personal
espacio en la red social, me llamó la atención por demostrar que cuando se
expresa la palabra solidaridad, también es muy importante que sea aplicada. En
estos momentos, cuando los Presos Políticos Mapuche Héctor Llaitul y Ramón
Llanquileo se encuentran en una nueva Huelga de Hambre iniciada el 14 de
Noviembre, cobra real vigencia por el testimonio de solidaridad en un día que
para ella fue especial, ya que en su tradicional periodo vacacional no quiso
estar ausente y aprovechando un viaje al sur en esa época, se hizo presente
ahí, en la cárcel, en ese lugar donde están recluidos los Presos Políticos Mapuche en Angol.
El extracto de su relato dice así:
“…Camino a Santiago coincidimos
con un día de visita de los presos políticos mapuche (PPM) en Angol… He tratado
de seguir la lucha de a Héctor Llaitul, Ramón Llanquileo, Jonathan
Huillical y José Huenuche, de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), el
primero condenado bajo la ley antiterrorista a 14 años, los demás a 8 años, por supuestamente haber
emboscado a un fiscal….
“No sabia que llevarles para no
llegar con las manos vacías, al final pasé a un almacén afuera de la cárcel y
compré cuatro chocolates (cruzando los dedos que les gustarán). Primero le
pregunté al señor del almacén si en esa cárcel estaban los PPM, “si en ésta” me
dijo, “siempre las visitas pasan acá a comprarles cosas”. Agregó “Yo me porte
re bien con ellos cuando estuvieron en huelga de hambre, las chiquillas venían
acá con sus notebook a conectarse, ocupaban mi baño, siempre trate de
ayudarlos.” Y con esas frases me mató, empecé a recordar todo lo que han
vivido: las dos largas huelgas, la ilusión de que las cosas serían distintas y
tendrían un juicio justo sin ley anti terrorista, la angustia y luego la
desilusión…
“Llego a la guardia, gendarmería
toma datos, pregunta a quien vas a visitar, saca una foto, en otro control
revisan la y revisan las cosas que se llevan. Por radio avisan “van visitas al
modulo especial”…
“Al llegar me recibió un joven
de melena negra y una sonrisa gigante, “Hola, Huenuche” se presentó.
Saludó de beso en la mejilla, yo lo abracé emocionada. Tomaba mate en un
pomelo, estaba con sus familiares, nos preguntó quienes éramos, si éramos del
sur, dijimos “no, somos de santiago”.
“Le contamos que queríamos
conocerlos, darles animo, que admiramos mucho la lucha que llevan a cabo,
preguntó a que nos dedicamos y si conocíamos a alguno de los presos,
respondimos que no, que sólo ubicamos en persona a Natividad Llanquileo. Fue
dificil expresar el anhelo de conocerlos, en el saludo…
Pregunté por los allanamientos
después de los incendios, dijo “ah si pos, nosotros esperábamos eso en todo
caso, si estamos presos, mira como nos vigilan” justamente había un gendarme
mirando, al lado de nosotros, parado en el muro. Le entregué los cuatro
chocolates, después me sentí mal porque José cuenta que son ocho los PPM en la
cárcel de Angol…
Estábamos en eso y entró Ramón
Llanquileo, dijo un Hola, en forma general y volvió al pasillo de los
dormitorios, al igual que cuando vi a José me impresionó lo jovencito. Y bueno
atrás venía Hector Llaitul, líder innato, se paró delante del grupo y se
presentó con voz bien fuerte, en ese momento sinceramente quise llorar, por
todo, por la emoción de ver al compañero mas repuesto, no había visto imágenes
después de la huelga de hambre, pero al mismo tiempo estaba angustiada de
conocerlo en una cárcel, nos saludó uno a uno. Preguntó a José: “quienes son?”
José ríe y dice “son de la PDI”.
Impresionante Llaitul, empezó a interrogarnos sin piedad: nombre,
profesión (somos colegas me dijo), universidad en la que había estudiado, lugar
de residencia, si éramos pareja, si la niña que nos acompañaba era nuestra
hija, se pasó, y nosotros le respondíamos todo rapidito!..
Comentamos que es bueno que estén
todos los PPM juntos, dice que si, que de todas maneras, que fue una lucha
ardua pero importante conseguir ese espacio, porque en la cárcel de Temuco y
otras, los PPM están con los presos comunes. Comenté que aunque entiendo que
cada preso tiene su historia, me parece terrible que mezclen presos políticos
con comunes porque son muy distintos. Héctor bien cara de palo, dice los presos
comunes son delincuentes y son bien desgraciados, cuando conversas con ellos
cuentan cosas terribles, como le roban a viejitas, mujeres embarazadas, no
respetan nada. Acá hay pura juventud presa y no respetan ni a sus madres que
vienen a visitarlos, las retan cuando no les traen cosas de marcas, los
ladrones de antes tenían un mínimo de
ética, los de ahora nada…
“Cambiando de tema le pregunté
que pasó con la entrevista de Al Jazeera, que Gendarmería no permitió, nos
cuenta que se aliaron varios medios internacionales y que ya presentaron la
solicitud para entrevistarlo y ya va salir el asunto. Resultó en medio de la
conversa, que a Hector le encanta el chocolate
=) y la coca cola, empezó a
repartir trozos y a comer. Y bueno ahí empezamos a hablar de política: hablamos
de nuestra esperanza en el movimiento estudiantil, y el bien escéptico dijo
“hay que tener ojo con eso, porque yo luché en mis años de estudiantes al lado
de varios lideres estudiantiles que
ahora de adultos son los que nos reprimen con leyes injustas, con la policía
etc… Y luego vino nuestro gran punto de convergencia: la Asamblea
Constituyente, una nueva de forma de hacer país, de reconocer a los pueblos, de
participar y hacer política. Super enfático y clarito Llaitul…
“Luego abandoné esa discusión y
retomé la conversa con José, que seguía con su pomelo-mate y su familia. Me
contó que es Auditor, que muchos no entienden porque siendo profesional tomó
ese camino de la recuperación de tierras. Le pregunté si ahora estando preso
volvería atrás y seguiría el mismo camino, dijo “evitaría algunas vueltas, pero
la lucha por la que estoy condenado por supuesto que la daría de nuevo” otro
nudo en la garganta..
“Que fuerte las convicciones por
la cresta!!… cuenta que hay un taller de madera donde los chiquillos fabrican
muebles y que él confecciona aros. Le pregunté si son los que vendieron en
Santiago en un Café antes de la navidad y me dice que si, yo como cabra chica
emocionaaa’ le digo que soy dueña de un par de sus aritos. Se reía y me decía
que no le gusta santiago, que fue una vez, pero no hubo conexión…
“Y bueno después llegaron uno
amigos estudiantes a visitarlos y preferimos dejarlos con ellos… Héctor se
despidió bien serio, José Huenuche dijo “pero por que se van?” nos abrazó y
dijo, denle saludos a Natividad. Le dije “voy a volver un fin de semana José,
con mi amiga que también quiere venir a compartir con ustedes, animo”.
“Escribí esta nota -entre harto
lagrimeo- más que nada para que los que solidarizan con la resistencia mapuche,
indígena, o medioambiental se animen y vayan a Angol a visitar a José, a
Héctor, a los ocho. No sé como explicar la emoción que sentí al conocer a José
y su familia, a Héctor, tal vez por eso me alargué tanto, fue muy fuerte
aterrizar mi admiración por esos grandes héroes. Hombres, cabros de carne y
hueso, que no se quejan y regalan su vida, como dijera Víctor Jara, como no ir
a visitarlos. Forman parte de un pueblo
aniquilado poco a poco pero porfiado, admiro a los mapuche que siguen viviendo
en comunidad, y a los que luchan por su tierra para volver a hacerlo (por lo
que murió Matías Catrileo y cuyo asesino no va a pagar ni con un día de cárcel,
ese disparo por la espalda) y sufro por los que se quedaron (por los que nos
quedamos) sin la tierra, sin el bosque, sin el agua, sin el aire, sin esa forma
de vida y sin historia, que sin idealizarla era harto mas sustentable,
equilibrada, y aterrizada a como habitamos la tierra hoy, los chilenos somos
mapuche pero olvidamos, negamos..”
Gonzalo Manquepillán O.
(Puede leer el texto integro de
este relato en este enlace.)
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